Hace 7 años me encontré con mi discapacidad y mi movilidad reducida, y descubrí lo difícil que era mi día a día, si lo comparaba con mi vida anterior. 

Me encontré sin entradas económicas, y tanto el estado como los médicos, me daban de lado.

Me encontré con que me suspendieron las terapia de rehabilitación, que necesitaba ayuda psicológica, y un tratamiento con un coste descomunal.

También me encontré con que necesitaba unos cuidados y atención en mi día a día, y que mis entradas de habían esfumado.

Cuando la gente me hablaba de discapacidad me imaginaba una silla de ruedas y una persona feliz encima.
¡Madre mía, qué equivocada que estaba, qué ingenua!

Me costó sudor y lágrimas (y dinero), un abogado, para que me reconociesen la incapacidad que me correspondía. Mi grado de discapacidad ya lo tenía reconocido.

Pero en la mayoría de las veces la pensión no contributiva no da para apenas pagar las terapias de rehabilitación ni las terapias psicológicas.

Me encontré pérdida sin saber a donde acudir y que hacer. Por eso mismo decidí crear esta web, para poner voz a quien no la tiene y dar visibilidad a la realidad de las personas, quitando estereotipos. 

Me costó adaptarme a mí nueva situación. Soy una persona muy activa. Y verme que perdía muchas cosas… me costó mucho.

Hasta que le di la vuelta a la tortilla. Me empecé a fijar, no en las cosa que había perdido, sino en disfrutar las que aún no había perdido.

Y en transformar aquellas que creía pérdidas, como la intimidad e independencia en ciertas cosas.

A día de hoy, he de reconocer que me sigue costando muchos días, por suerte tengo a mi familia para recordármelo.

Aún así es difícil, muy difícil según que día. Tengo un dolor neuropatico crónico que la mitad de los días me pone difícil el sonreír.

Cuando sales a la calle, después de llegar arriba de una calle, cuesta arriba, y te encuentras un coche taponando el paso de peatones y tienes que volver a bajar la calle para volver subirla… esos días también te cuesta seguir sonriendo.

Cuando ves un bonito vestido en el escaparate y ves que tiene un esbelto escalón en la entrada, carece de probador amplio par entrar con mi silla de ruedas o los pasilloss del interior son bastante estrechos como para caber… Esos días son también difíciles.

Es triste que hasta que uno no padece una enfermedad o discapacidad no es consciente realmente de que ello existe y lo que conlleva vivir con ella.

Estoy cansada de que la gente me diga que que suerte tengo, que puedo aparcar donde quiero y que tengo una paga por estar en mi casa sin hacer nada.

El otro día os hablaba de que tener una pensión no es ninguna suerte. Ojalá no tuviese que tenerla. Y apenas cubre mis carencias por no poder trabajar. Ya que parece que tener una discapacidad te suma una vida de gastos extras y caprichosos. Como el de:

  • Tener una silla adaptada la cual tienes que pagar tu.

  • Adaptar el baño para poder entrar solo.

  • Redecorar muebles para tener espacio para salir y entrar.

  • Tratamientos que a pesar de las recetas se te van 300-400€mensusles.

  • Una persona de apoyo para el que es dependiente

  • Oxígeno o maquinarias para poder sobrevivir.

  • Vehículo o transporte adaptado

  • Centro de enseñanza especial

  • Terapias de rehabilitación

  • Psicólogos

Y podría seguir con una lista interminable. Por lo que no veo que uno tengs suerte por te ef discapacidad.

Tener una discapacidad o enfermedad incapacitante tiene un precio alto, tanto en lo económico, como en el ámbito personal.

 

Pero no todo es malo. No todos los días son tristes. Llega un día en que vuelves a aprender que eres una persona. Sí, con una discapacidad o con una enfermedad, pero esa parte forma parte de ti, y no te define.

No eres la enfermedad y la discapacidad. Eres una persona, por lo que esos días que cuesta sonreír no sonríes y sigues adelante y el día que no te cuesta sonreír sonríes con máx fuerza aún que la vez anterior

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