Los trastornos disociativos son trastornos mentales que suponen una desconexión y falta de continuidad entre pensamientos, recuerdos, entornos, acciones e identidad.

Una persona que sufre trastornos disociativos escapa de la realidad de formas involuntarias y poco saludables, lo que causa problemas con el funcionamiento diario.

Por lo general, los trastornos disociativos aparecen en reacción a un trauma y ayudan a mantener los recuerdos difíciles controlados.

Los síntomas, que pueden ir de la amnesia hasta las identidades alternativas, dependen, en parte, del tipo de trastorno que tengas. Los períodos de estrés pueden empeorar temporalmente los síntomas, haciéndolos más evidentes.

Los tratamientos para los trastornos disociativos pueden ser la terapia de conversación (psicoterapia) y los medicamentos. Si bien tratar los trastornos disociativos puede ser difícil, muchas personas aprenden nuevas formas de afrontarlos y llevan una vida saludable y productiva.

La disociación o los trastornos disociativos tienen mayor relación que otros trastornos psicológicos con el trauma en la infancia, es decir, con situaciones de abuso (incesto y otros tipos de abuso sexual, físico o emocional) y de negligencia (abandono o descuido emocional y físico).

Algunos psicólogos consideran que la disociación, además de estar presente en un grupo específico de trastornos, puede acompañar a casi todos los problemas psicológicos, influyendo sobre su respuesta al tratamiento y actuando como un factor de confusión en la realización del diagnóstico y la planificación de la terapia.

ALGUNOS EJEMPLOS DE DISOCIACIÓN:

  • La persona, tras vivir un acontecimiento traumático que le impactó gravemente, no tiene ningún sentimiento cuando piensa en ello. Esto se denomina “embotamiento emocional” y es una de las características principales del trastorno por estrés postraumático.

  • La persona tiene pensamientos, sentimientos o comportamientos que parecen salir “de la nada”, que no se viven como propios o que se experimentan como si fueran controlados por algo ajeno a uno mismo.

  • La persona se siente dominada por emociones que parecen no tener sentido en ese momento, por ejemplo, sentirse tremendamente triste o alegre sin razón aparente. Cuando esto ocurre el sentimiento suele desaparecer de la misma manera en que apareció.

  • La persona se encuentra haciendo algo que normalmente no haría, casi como si se viera forzado a hacerlo.

  • La persona tiene la experiencia de ser un “pasajero” en su propio cuerpo en lugar del “conductor”.

¿CUALES SON LOS SINTOMAS?

Los signos y síntomas dependen del tipo de trastornos disociativos que tengas, pero pueden comprender:

  • Pérdida de memoria (amnesia) de ciertos períodos, sucesos, personas e información personal

  • Sensación de estar separado de ti mismo y de tus emociones

  • Percepción de que las personas y cosas que te rodean están distorsionadas o son irreales

  • Un sentido confuso de la identidad

  • Estrés significativo o problemas en tus relaciones personales, tu trabajo y otros ámbitos importantes de tu vida

  • Incapacidad para afrontar bien el estrés emocional o profesional

  • Problemas de salud mental, como depresión, ansiedad, y pensamientos y comportamientos suicidas

Disociación y trastornos disociativos

¿CUALES SON LOS DIFERENTES TIPOS?

La disociación puede afectar a la subjetividad de una persona en forma de pensamientos, sentimientos y acciones que parecen no provenir de ninguna parte, o se ve a sí misma llevando a cabo una acción como si estuviera controlada por una fuerza externa.

Por lo general, una persona se siente «controlada» por una emoción que no parece tener en ese momento.

Por ejemplo, puede sentir repentinamente una tristeza insoportable, sin una razón evidente, y después esa emoción desaparece de la misma manera que llegó.

O bien, una persona puede encontrarse a sí misma haciendo algo que no haría normalmente pero incapaz de detenerse, como si alguien le estuviera obligando a hacerlo.

Esto se describe a veces como la experiencia de ser un «pasajero» en su propio cuerpo, más que el conductor.

Hay cinco maneras principales mediante las cuales la disociación de procesos psicológicos cambia la manera en que una persona experimenta la vida: despersonalización, desrealización, amnesia, confusión de la identidad, y alteración de la identidad. Se sospecha de la existencia de un trastorno disociativo cuando se da cualquiera de las cinco características.

Despersonalización

Despersonalización es la sensación de estar separado, o fuera del propio cuerpo. Sin embargo, algunas personas hablan de una profunda alienación de sus cuerpos, la sensación de que no se reconocen en el espejo, no reconocen su cara, o simplemente, no se sienten «conectados» con sus cuerpos de maneras que son difíciles de expresar con palabras.

Desrealización

Es la sensación de que el mundo no es real. Algunas personas explican que el mundo parece falso, brumoso, lejano, o como si lo vieran a través de un velo. Otras dicen ver el mundo como si estuvieran fuera, o como si vieran una película (Steinberg, 1995).

Amnesia disociativa

La amnesia se refiere a la incapacidad para recordar información personal importante que es tan extensa que no es debida al olvido ordinario.

La mayoría de las amnesias típicas de los trastornos disociativos no suelen ser del tipo de la fuga disociativa, donde las personas recorren largas distancias y de repente se dan cuenta de que no saben dónde están ni cómo llegaron allí.

Por el contrario, la mayoría de las amnesias consisten a menudo en el olvido de un acontecimiento importante, por ejemplo, una boda, o una reunión social, o un periodo de tiempo, que puede abarcar minutos o años.

Con frecuencia, se producen micro-amnesias, en las que no se recuerda una discusión, o el contenido de una conversación se olvida de un momento a otro.

Algunas personas afirman que este  tipo de experiencias las dejan a menudo luchando por recordar de qué estuvieron hablando. Mientras tanto, esta persona intenta no dejar que su interlocutor se dé cuenta de que no tiene ni idea de lo que se ha estado diciendo.

Confusión de la identidad y alteración de la identidad

La confusión de la identidad es un sensación de confusión respecto a quién es uno mismo. Por ejemplo, cuando una persona siente excitación y una emoción positiva mientras está realizando una actividad (por ejemplo,  conducción temeraria, uso de drogas) que por lo general le resulta desagradable.

La alteración de la identidad es la sensación de ser marcadamente diferente de otra parte de su ser. Así, una persona puede cambiar a una personalidad diferente, sentirse confusa, y preguntar a su terapeuta, «¿Quién eres tú, y qué hago yo aquí?»

Además de estos cambios observables, la persona puede experimentar distorsiones del tiempo, lugar, y situación. Por ejemplo, una persona puede creer incorrectamente que es cinco años mayor, que está en la casa de su niñez y no en el despacho de su terapeuta, o temer que una persona fallecida a la que teme aparezca de un momento a otro.

Más a menudo, pueden observarse formas más sutiles de alteración de la identidad cuando una persona utiliza diferentes tonos de voz, forma de hablar, o expresiones faciales. Éstos cambios pueden estar asociados a un cambio en la forma de ver el mundo del paciente.

Por ejemplo, durante una discusión sobre el miedo, un cliente puede sentirse inicialmente joven, vulnerable, y asustado, seguido por un cambio repentino a un estado de hostilidad y crueldad.

La persona puede expresar confusión sobre sus emociones y percepciones, o puede tener dificultades para recordar qué acaba de decir, incluso aunque no diga ser una persona diferente o tener otro nombre. 

El paciente puede ser capaz de confirmar la experiencia de una alteración de la identidad, pero a menudo la parte de sí mismo que se presenta a terapia no es consciente de la existencia de estados disociados.

Disociación y trastornos disociativos

¿CUALES SON LAS CAUSAS?

Los trastornos disociativos suelen manifestarse como una manera de afrontar los traumas, de forma que la mayoría de las veces, los trastornos se presentan en niños sometidos a maltrato emocional, abuso sexual o maltrato físico durante un largo tiempo, o bien, con menor frecuencia, a un entorno doméstico aterrador o muy impredecible.

El estrés de una guerra o una catástrofe natural pueden generar trastornos disociativos.

Sin embargo, si la disociación continúa utilizándose en la edad adulta, cuando el peligro original ya no existe, puede ser disfuncional.

El adulto que disocia puede desconectar automáticamente de las situaciones que percibe como peligrosas o amenazantes, sin tener tiempo para determinar si existe un peligro real. Esto deja a la persona fuera de contacto en muchas situaciones de la vida diaria, e incapaz protegerse en momentos de peligro real.

La identidad personal aún está en formación durante la infancia. Por eso, un niño tiene una capacidad mayor que un adulto de despegarse de sí mismo y observar el trauma como si le estuviera pasando a otra persona.

Un niño que aprende a disociar para superar una experiencia traumática puede usar ese mecanismo de superación como respuesta a situaciones estresantes en su vida.

 

¿CUALES SON LOS FACTORES DE RIESGO?

Las personas que padecen maltrato físico, sexual o emocional en la infancia durante mucho tiempo corren mayor riesgo de manifestar trastornos disociativos.

Los niños y los adultos que pasan por otros sucesos traumáticos, como guerras, desastres naturales, secuestros, torturas o procedimientos médicos prolongados y traumatizantes en la niñez, también pueden tener estos trastornos.

¿QUÉ COMPLICACIONES PUEDEN APARECER?

Las personas con trastornos disociativos presentan un mayor riesgo de tener complicaciones y trastornos asociados, tales como:

  • Autolesiones o mutilaciones

  • Pensamientos y comportamiento suicidas

  • Disfunción sexual

  • Trastornos por alcoholismo y abuso de drogas

  • Depresión y trastornos de ansiedad

  • Trastorno por estrés postraumático

  • Trastornos de la personalidad

  • Trastornos del sueño, como pesadillas, insomnio y sonambulismo

  • Trastornos de la alimentación

  • Síntomas físicos, como aturdimiento o convulsiones no epilépticas

  • Dificultades considerables en las relaciones personales y en el trabajo

¿COMO SE PUEDE PREVENIR?

Los niños que son víctimas de maltrato físico o emocional o de abuso sexual presentan mayor riesgo de desarrollar trastornos de salud mental, como los trastornos disociativos. Si el estrés u otros problemas personales están afectando la forma en que tratas a tu hijo, busca ayuda.

Pide ayuda para hallar recursos disponibles tales como grupos de apoyo para padres y terapeutas de familia.

Si tu hijo ha sido víctima de maltrato o ha sufrido otra situación traumática, consulta con el médico de inmediato.

Es posible que el médico te derive a un profesional de salud mental que pueda ayudar a tu hijo a recuperarse y a adquirir la capacidad de enfrentar desafíos o situaciones.

Aunque esta información ha sido revisada y contrastada, el contenido es meramente orientativo y no tiene valor terapéutico ni diagnóstico.

Desde Somosdisca te recomiendo que, ante cualquier duda relacionada con la salud, acudas directamente a un profesional médico del ámbito sanitario que corresponda.

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