Hoy he visto una noticia que sinceramente no encaja en mi cabeza. El titular dice así: «Roban a punta de pistola una perra preparada para ayudar a una niña con discapacidad que iba a ser entregada hoy» (La noticia completa la podéis leer pinchando aquí)
El lunes cuatro individuos robaron a punta de pistola la cartera del entrenador y a la perra que cuidaba, ‘Pocahontas’.
Pocahontas ha sido entrenada durante un año para ser entregada a una niña de 15 años con discapacidad física, despues de tres años de espera.
Noticias como ésta me hace preguntarme… ¿en qué nos hemos convertido? ¿Hasta dónde sómos capaces de llegar
Puede que penseís que esta noticia es un caso aislado, de falta de empatía pero el día a día de una persona con discapacidad está llena de retos y faltas de empatía que hacen nuestro día un poco más difícil de lo que es.
Esta niña de la noticia no ha perdido una mascota, ha perdido un perro de asistencia para ayudarla en su día a día.
Cuando una persona tiene movilidad reducida, poca estabilidad, o simplemente algún problema en los brazos … y no se le cede en asiento en el bus, o metro se está fomentando a que esa persona se pueda caer, coger miedo y que deje de querer salir a la calle.
O esa persona que criticamos, porque es joven, y no se levanta de su asiento … ¿os habéis planteado que a pesar de sus 30 años y una apariencia saludable puede tener un brote de Esclerosis Múltiple?
Cuando quieres adelantar a una persona con ceguera por la calle, ¿te has planteado que puedes provocarle una caída o desorientarlo?
Cuando aparcas en un paso de peatones o una acera, ¿te has planteado que estás haciendo que una persona no pueda llegar a su destino o tenga que dar un rodeo bastante grande?
Cuando decides aparcar en una plaza de movilidad reducida en un centro comercial, ¿te has planteado que estas haciendo que la persona que llega con una silla de ruedas se tenga que dar media vuelta por no tener espacio suficiente para sacar su silla?
Simplemente cuando, en un ascensor de un sitio público, como ocurre en un hospital, y hay cola para entrar, y decides pasar antes que una persona en silla de ruedas, muletas o movilidad mas reducida por alguna causa.
¿Te has planteado que esa persona en muchas ocasiones tiene que ver como llega el ascensor, se llena y se va varias veces hasta que por fin consigue entrar?
Así que vuelvo a preguntar, ¿en qué nos hemos convertido? ¿Tanto cuenta ponernos en el lugar del otro?
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