Los recién nacidos que sufren algún tipo de daño cerebral antes, durante o después del parto tienen posibilidades de padecer secuelas invalidantes para el resto de sus vidas.

El momento en el que más riesgo tienen los bebés es justo antes del parto, durante el mismo o en las primeras horas de vida.

Aunque cada vez existen más medios técnicos y sanitarios para garantizar la supervivencia de los recién nacidos, la cifra de niños desarrollan secuelas, como la parálisis cerebral, no disminuye.

Para mejorar esta situación, un equipo de investigación, ha iniciado el proyecto Dales un futuro con el que buscan financiación para poder desarrollar un tratamiento eficaz y accesible para reducir las consecuencias del daño cerebral en recién nacidos. El proyecto nace con el fin de reducir los efectos causados por cualquier tipo de lesión en el cerebro de los neonatos y aumentar las posibilidades de estos niños y la de sus familias.

Los recién nacidos que padecen daño cerebral incrementan el riesgo de desarrollar secuelas invalidantes permanentes.

Aunque no existe un tratamiento que anule las consecuencias de las lesiones en el cerebro de estos niños, se está desarrollando un tratamiento que busca reducir los efectos de estos daños para que, tanto ellos como sus familias, puedan tener una vida plena.

Miles de niños mueren al año a las pocas horas de nacer o quedan con efectos invalidantes para el resto de sus vidas. Una de las principales causas de esta afección es la prematuridad, algo que en la mayoría de los casos no se puede prever.

A pesar los avances médicos que garantizan que cada vez más prematuros sobrevivan, esos niños tienen un riesgo muy alto de sufrir secuelas neurológicas.

La asfixia o el infarto cerebral son otras de las razones que pueden causar daños en el cerebro de los neonatos. Actualmente, su prevención es técnicamente imposible.

Otro de los tipos de daño cerebral, es la lesión por daño hipóxico-isquémico. Digamos que es lo que todo el mundo conoce como la falta oxígeno en el parto.

Estas situaciones no tienen la posibilidad de ser previstas por los especialistas por lo que lo único que pueden hacer es tratar de rebajar las lesiones causadas por cualquiera de estos factores y que las posibilidades de recuperación futuras, mediante rehabilitación, sean mayores.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que al año más de un millón de niños que sobreviven a la asfixia en el nacimiento termina desarrollando problemas como la parálisis cerebral o dificultades en el aprendizaje. Los prematuros, a menudo sufren trastornos en el desarrollo cognitivo.

Depende de la parte del cerebro en la que se produce el daño las consecuencias varían. Cada parte del cerebro está especializada en una cosa.

Hay una zona que se encarga del lenguaje, otra de la visión, otra de las matemáticas y otras partes se ocupan del movimiento.

La mayoría de las zonas que tienen que ver con el movimiento son las más vulnerables a este tipo de daños.

En estos casos es frecuente que un componente motor influya en que cuando el niño sea adulto, tenga problemas para moverse.

Cuantas más partes del cerebro se ven afectadas, más graves son las secuelas.

Si el daño es más extenso e incluye zonas del lenguaje, de la visión o zonas de la corteza prefrontal, que es la del pensamiento abstracto, a los problemas del movimiento se añaden otros como los cognitivos, de visión o de audición.

Por eso es tan importante, aunque no se pueda evitar al 100% la lesión porque una vez que se ha empezado hay parte que no es recuperable, tratar que la extensión del daño sea la menor posible.

Uno de los tratamientos eficaces en caso de una asfixia leve o moderada es la hipotermia.

Sin embargo, este tratamiento es posible sólo en las primeras horas de vida y en países desarrollados.

Desde Dales un futuro tratan de buscar tratamientos que puedan estar disponibles en cualquier centro sanitario del mundo y que su administración no cause ningún efecto secundario grave.

El cerebro de un neonato tiene mucha capacidad de recuperación. Muchas veces, la propia enfermedad, o lo que haya provocado el daño, interfiere o dificulta los propios mecanismos de reparación.

Actualmente, no existe ningún tratamientoque sea plenamente eficaz y la hipotermia sólo sirve para poco más de la mitad de los recién nacidos. 

Se trata de dar una segunda oportunidad a estos niños y a sus familias, que deberán acompañarlos a lo largo de toda su vida.

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