Recuerdo la primera vez tuve que usar la silla de ruedas, fue después de tratarme la osteomielitis que me hizo estar hoy aquí.
Para eliminar la infección, a parte de un severo tratamiento, tuvieron que prescindir de partes óseas, músculos y nervios. Con lo que todo eso conlleva.
Salí del hospital con un dolor extremo y sin poder moverme. Por lo que el médico me recetó una silla de ruedas.
Normalmente por la calle cuando alguien me ve, mira la silla y me mira con cara de pena.
Amigos míos, a día de hoy, aún me siguen diciendo “no te preocupes seguro que un día dejas la silla”, con la intención, supongo yo, de darme ánimos.
No se dan cuenta que la silla no es ninguna atadura, ya que sin ella, no me podría mover, no podría salir a la calle, no podría pasear, llevar a mi hijo al colegio, o ir a comprar.
Sin la silla estaría en mi casa sin salir, sin moverme y sin vida. Eso si que lo considero una pena, y no el ir en silla.
Hace Justo un mes me compré una silla nueva, también manual, más ligera, echa a medida y adaptada a mis necesidades. Una argon2 de Quikie.
Puedo deciros que estoy súper contenta, eso sí, menos con el precio, es una pena que la subvención apenas te cubra una vergonzosa mínima parte de su coste. Y parezca que te estás comprando un capricho.
Con ella puedo hacer mucho más recorrido sin cansarme tanto y sobre todo sin que me duelan brazos y espalda. He ganado mucha calidad de vida.
A mí la silla me da Libertad, me da las piernas que no tengo. Así que cada vez que alguien me mira con cara de pena pienso para mí, que ignorante.
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