Días como hoy recuerdo que nos quejamos constantemente por tonterías sin valorar realmente lo que importa.
Sin apreciar que la belleza de la vida está en esos pequeños detalles, como los de simplemente poner los pies descalzos en el suelo, aunque sea el suelo de un hospital.
Mi «salud» me ha llevado a lo que puedo decir mi segundo hogar desde hace 8 años, (el Hospital de Traumatología).
Mi cuerpo es como un coche antiguo, resitente, pero el cual tiene que pasar por taller un par de veces al año para seguir funcionando.
Daría o lo que fuese por estar sintiendo la orilla del mar, sintiendo como el agua fría envuelve mis pies y en un gesto de querer resguardarse de ese frío se hunden en la arena.
Pero para mí hoy se convierte ese gesto en volver a sentarme en la cama de un hospital y pisar el suelo.
Días como hoy ese sencillo gesto me transportan a esos días de playa, o yo lo veo así.
Y los disfruto como tal, es cierto que una de mis piernas ya no siente igual que antes, pero mi memoria hace el resto.
Y es que creo que nos tenemos que quedar con esos detalles en nuestro día a día, estos olores o sentimientos que nos hacen felices y nos dan fuerzas para seguir con el resto del día.
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Pensamos en el deportivo último modelo, en el crucero por el Caribe o en el chalet con piscina… Y cuando llega el momento de las ausencias, lo que echamos de menos son cosas sencillas como poder dar un abrazo, correr por el campo o sentir como una ola envuelve nuestros pies (como bien cuentas). Buscamos «lo caro» y sin embargo, llegado el momento, necesitamos lo sencillo y que no podremos pagar con dinero. Quizá buscamos solo el aparentar y no el vivir. Te deseo que vuelvas muy pronto a «tu primer hogar». Ánimo!!!
Asi es Rafa, todo es cuestión de prioridades. Muchísimas gracias.