¿Beneficio o consecuencia? La eterna pregunta. Como ya sabeis los que me leeis, soy usuaria de silla de ruedas, pero detrás de esa silla hay numerosas patologías que no se ven.
Y ¿porqué os cuento esto? La última vez que me monté en autobús recuerdo que había una señora buscando si habia asientos libres para sentarse.
En una de esas me miró, sonrió y me dijo: » que suerte que no tienes estos problemas y nunca te duelen los pies»
El otro día, tube que salir a comprar, como ya sabeis, ahora como lo del coronavirus hay muchas normativas a la hora de salir y protocolos nuevos a la hora de cómo comprar en los supermercados.
Cuando saqué número en el pescado, el chico que atendía dijo que me tocaba, que las personas con discapacidad teníamos prioridad a la vez que personas mayores o embarazadas.
No sabéis la verguenza que pasé cuando un montón de gente se puso a protestar, que porqué me tenía que colar.
Más de una vez, aparcando mi coche en plazas reservadas para movilidad reducida, me han mirado y me han dicho: «que suerte, tienes aparcamiento siempre que quieras».
Y podría seguir todo el día contandoos anecdotas. Seguro que os estaréis preguntando que porqué os cuento todo esto.
Pues bien, porque me hierve la sangre que hoy en día la gente tenga tantísima ignorancia.
El día del bus tuve que morderme la lengua tan fuerte que casi me la parto en dos.
Me entraron ganas de decirle a la señora que a parte de tener la suerte de que no me dolían los pies había tenido la «suerte » de esperar al segundo bus para que le funcionase la rampa» (tono hirónico).
No es agradable cada vez que te montas en el trasporte publico ver si es accesible, o si tendrás que pedir ayuda a que te cojan en peso para entrar y salir del bus, a cambio de tener asiento asegurado porque lo llevas de casa.
Al de los de la cola del pescado, a todos esos que protestaron les diría que no es un privilegio que haya pedido, ni que me gustaría pedir.
Una persona con discapacidad, en muchas ocasiones arrastra otras patologías con las que estamos en riesgo de que se nos compliquen en el caso de qeu contagesemos el coronavirus.
Pero nadie en ese superercado se ha parado a pensar que desde la silla no llego al 50% de los artículos de los estantes o neveras, o que en la mayoría de los supermercados hay pasillos en los que tengamos que dar la vuelta porque no se cabe con la silla. Sólo se ve el beneficio.
Con todo esto no quiero dar pena, que va, todo lo contrario. Me siento orgullosa de llevar cada día mis límites más lejos de donde cría que llegaría.
Me siento orgullosa de ser independiente y aunque tenga que tardar mas tiempo o dar más rodeos a la hora de llegar a mi destino, lo hago yo sola, sin necesidad de que nadie me ayude.
Pero lo que no necesitamos personas como yo es que nos digan que que suerte. Poder aparcar en una plaza de movilidad reducida no es ninguna suerte.
Es darnos la posibilidad de poder acceder a nuestro coche.
Estoy segura que en más de una ocasión, sobre todo en los parking, que os habéis encontrado a la hora de recoger el coche que había otro vehículo pegado al vuestro, y habéis tenido que entrar por la puerta del copiloto.
Imaginaos que no teneis la oporunidad de hacer eso, no podéis saltar de un asiento a otro.
Las personas que tenemos movilidad reducida necesitamos esos espacios para poder entrar en el coche , incluso para poder meter nuestra silla.
Es bastante complicado que hagan rebajes en las aceras, habiliten puertas de acceso con rampas o que no pensen en exceso las puertas, que pongan ascensores o incluso que adapten baños para personas que si que lo necesitamos.
Si las personas que a pie que no las necesitan las utilizan, impidiendo que las pueda usar una persona con movilidad reducida o discapacidad que la necesite… estás privando de libertad a mucha gente.
Así que temino con la misma pregunta que empece, ¿Beneficio o consecuencia?
A continuación os dejo un video, que con un toque de humor representa el día a día de un usuario de silla de ruedas a la hora de aparcar.
Puedes seguirnos a través de: