Han acabado las vacaciones de Navidad, y con ello hemos vuelto a la rutina, vuelta al trabajo, colegios… y yo os puedo decir que he vuelto a mi aventura de llevar y recoger a mi hija del colegio.
Hoy hablaré del trayecto que tengo que realizar todos los días, el cual debería de ser algo sencillo y se convierte en una autentica gincana.
Os hablo de llevar a los niños al colegio. El Primer problema lo encuentro cuando la plaza más cercana que tengo al colegio de PMR está a una manzana.
No me importa desplazarme más distancia, pero es la única plaza por la zona donde tengo espacio suficiente para poder sacar la silla de ruedas.
El problema viene cuando te encuentras al típico padre/madre diciéndote el típico «son solo cinco minutitos».
Puedo llamar a la policía para que se lo lleve la grúa, pero para cuándo quieran venir, ese padre o madre ya se habrá ido, así que en esos casos intento aparcar más lejos aún.
El problema de aparcar más lejos, es que hay más posibilidades de encontrarte pasos de peatones con la rampa rebajada obtaculizada por otros padres.
Por lo que cuando llegas al final de la calle te ves obligada a dar la vuelta subir toda la calle, bajar por el siguiente paso de peatones y desplazarte por la calzada entre los coches.
Ya nos vamos acercando a la puerta del cole, donde están los papis y mamis más exigentes, los que aparcan el coche montado en la acera, por lo que hasta que no le instale el gatchetohelicóptero a la silla… no poder ir saltando coches. Así que este tramo lo tengo que realizar por la calzada.