Cuando el dolor crónico es complejo y no se consigue controlarlo con tratamiento, ni con la cirugía, los bloqueos nerviosos o la terapia físicas; tu médico especialista de la Unidad del Dolor será cuando se plantee recurrir a otros métodos como pueden ser una bomba intratecal de morfina o un Neuroestimulador.
Esta técnica está especialmente indicada cuando el dolor es de tipo neuropático y lleva afectando a la espalda, cuello, brazos o piernas durante más de seis meses, que es cuando se considera un dolor que se ha cronificado.
Los neuroestimuladores bloquean mediante impulsos eléctricos las sensaciones dolorosas que llegan al cerebro aliviando de esta manera a los pacientes que lo portan.
Un neuroestimulador es un dispositivo electrónico metálico un poco mayor que un reloj. Se implanta en el cuerpo, normalmente en la parte baja del abdomen o en los glúteos, y genera suaves impulsos eléctricos que llegan por medio de unos cables hasta el espacio epidural próximo a la columna vertebral. La función de los impulsos es alterar los mensajes de dolor antes de que lleguen al cerebro.
La sensación que producen los neuroestimuladores varía de persona a persona. Normalmente generan unos impulsos electricos de unos 40 a 60 Hercios, por lo que suelen generar un suave hormigueo en la zona dolorida.
Los neuroestimuladores son programables y los pacientes pueden ajustar la intensidad de los impulsos usando un mando especial parar ello.
Hay que tener claro que el neuroestimulador no elimina la fuente del dolor, no cura la enfermedad que lo provoca pero te ayuda a retomar una vida más normal ofreciéndote una mejor calidad de vida.
En la Unidad del dolor, antes de realizar la operación del implante del Neuroestimulador se realiza una evaluación tanto física como psicológica.
Una vez que consideran que eres un paciente viable se te realizará una prueba temporal, con un Neuroestimulador externo, el cual se coloca en la cintura. Si los resultados son positivos, se planteará el implantar el estimulador quirúrgicamente.
Es una cirugía sencilla, en la que normalmente no hace falta ingreso posterior. Una vez implantado el sistema prácticamente no se nota, no hace ruido y su manejo es sencillo. Así que podrás ajustar la intensidad de los impulsos con un programador de mano.
Aunque si que hay que tener en cuenta que estamos hablando de una operación quirúrgica y por sencilla que sea tienen sus riesgos aunque no sea lo normal. Tiene que tenerse en cuenta que en la implantación del neuroestimulador puede se producir infecciones, hematomas… También puede ocurrir que el equipo principal o los cables presenten alguna deficiencia, la cual se corrige con una reprogramación o con una segunda intervención en la que se reemplace alguno de los componentes o se recoloquen los cables o electrodos.
En el caso de que con el tiempo no se produzca ninguna mejora o que el paciente cambie de opinion es algo reversible, por lo que puede ser retirado con una pequeña cirugía.
Una gran ventaja de neuroestimulador es que se eliminan todos los efectos secundarios que produciría un tratamiento medicamentoso, ya que este dispositivo no tiene efectos secundarios a parte de la sensación de hormigueo.
El periodo de recuperación de la intervención y adaptación al sistema varía de persona a persona. Tu médico te dará las indicaciones para que poco a poco te vayas reincorporando a tu vida normal, realizando posteriormente un seguimiento continuo de tu evolución y cuidados del dispositivo.
Fuente: Se dolor