«¿Te gustaría ver a los discapacitados retratadas como personas?» «¿Perdona?» «Ja, ja, ja.»
Así da comiendo Crip Camp: La revolución de la discapacidad, el documental producto de un acuerdo entre Netflix y los obama.
En el documental, por cierto muy recomendable, puedes ver cómo un revolucionario campamento de verano, cambió la vida y la historia de los derechos de las personas con discapacidad.
Jim Lebrecht, codirector del film, y primer protagonista, nació con espina bífida, apenas le dieron dos horas de esperanza de vida.
Pero demostró ser todo un ejemplo de lucha, ejemplo de movilidad y optimismo desde la infancia.
Luchó por querer formar parte de un mundo, donde no había sitio para él.
En verano de 1971, Jim se apuntó al Campamento Jened, un campamento para personas con discapacidad organizado por hippies.
Lo curioso es que ese campamento dió un giro al mundo de la discapacidad, y nadie conoce esta historia.
En esa época las personas con discapacidad vivían confinadas en instituciones o sus casa, no tenían ningún derecho a nada.
Por lo que los propios monitores del campamento no tenían experiencia de cómo tratarlos. Ni siquiera estaban acostumbrados a verlos por la calle.
El campamento era un lugar divertido, en el que todos tenían una discapacidad diferente o incluso igual a la tuya.
Allí podías cantar, bailar, tocar música, hacer actividades, practicar deportes, bañarte en la piscina, cocinar…, incluso enamorarte.
El Campamento Jened era, en realidad, una utopía, ya que mientras que estabas allí, el mundo exterior no existía.
Podían realizar todo lo que en el exterior se les había privado, por muy descabellado que nos parezca hoy en día.
El Campamento se inauguró en los años 50, siendo el programa típico de los campametos, evolucionando a lo largo de los años 60 y 70 .
Encontrando el entorno idóneo donde los adolescentes, pudiesen ser eso, adolescentes, sin estereotipos ni etiquetas.
Larri Alison era el director de Janed, y allí se dió cuenta que el problema no eran las personas con discapacidad, sino las personas sin discapacidad, por lo que se propuso cambiar eso.
Los monitores era inclusivos, aunque como he comentado antes, no tenían modelos a seguir, haciendo que cada uno en el campamento se sintiese parte de él.
La asistencia personal estaba integrada por lo que les ayudaban a todo lo que cada uno necesitase:
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Vestirse
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Bañarse
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Entrar y salir de la piscina
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Comer
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Ir al baño…
En el Campamento Jened tenían más autonomía e intimidad de la que disfrutaban normalmente.
Ya que en esa época los niños con discapacidad eran vistos y tratados como niños enfermos, y ni siquiera podían ir al colegio.
Y. en el caso de encontrar una plaza, y que lo admitiesen, era a través del aula de educación especial, la cual se solía encontrar apartada del resto de niños, en un sótano.
En el campamento les dieron la oportunidad de aprender autonomía, y sobre todo a ser escuchados.
En esa época las leyes de derechos de las personas con discapacidad, aún no habían sido aprobadas.
Pero el campamento les hizo ver que podían tener otro tipo de vida y ser mejores. «No tienes nada por lo que luchar si no sabes que existe».
Pero al salir del campamento se toparon con la realidad que tenían, siendo tratadas de nuevo con temor, desprecio, compasión y aversión.
Judy Heumann, fue una chica de las que estuvo con Jim en el campamento, y la que más tarde sería la voz de Discapacitados en Acción.
Discapacitados en Acción organizó la primera manifestación en New York multitudinaria de personas con discapacidad, sin saber que eso sólo sería el comienzo de una gran revolución.
Discapacitados en Acción disponía de trabajadores propios con discapacidad, trasporte adaptado, taller de reparación de sillas, tecnología…
Cada vez era más conocido, por lo que incrementaba la demanda de gente en busca de asistentes personales, pisos adaptados, trabajo, cursos de formación,… para personas con discapacidad.
Pero la realidad es que nos se cumplía ninguna ley de discapacidad, ni los hospitales, ni transporte, ni colegios y universidades, ni edificios eran accesibles.
Por lo que la lucha siguió haciendose más fuerte, luchando por sus derechos. Para ello hubo una gran sentada en San Francisco que duró casi un mes.
Finalmente, Judy y la gente que le seguía, un gran número de ellos eran gente del campamento, consiguieron que los escucharan.
Esto marcaría un antes y un después en la vida de las personas con discapacidad, ya que éstas personas lucharon y ganaron.
El mundo en que vivían empezó a ser mas accesible, haciendo cambios en la sanidad pública, educación, edificios oficiales, transporte y en la oferta laboral.
Pero Judy quería ir más allá, se preguntaba… «¿Porqué tengo que dar las gracias por poder usar un baño que esta adaptado? ¿Porqué tengo que dar las gracias porque haya una rampa de acceso para acceder al hospital?».
Eso no era igualdad. Por lo que se necesitaba una propia ley de derechos de personas con discapacidad:
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Derecho a usar el trasporte público
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Derecho a un trabajo
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Derecho a ir al teatro, un restaurante o usar las zonas públicas.
La ley Estadounidense de discapacidad o ADA se consiguió en 1990.
Puede existir una ley, pero mientras no cambie la actitud de la sociedad en la que vivimos, la ley no tendrá mucho valor, y eso es lo que nos sigue pasando a día de hoy.
El campamento Jenet cerró sus puertas en 1977 por falta de fondos, pero estuvo abierto el tiempo suficiente para cambiar la historia.
Y sobre todo conseguir los derechos de los que hoy disfrutas tú, tu hijo, tu hermano, tu marido o tu amigo.
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